miércoles, 30 de junio de 2010

Argumento

¿Crees en el cielo, en las recompensas y castigos? ¿Cómo te los imaginas?
PARA EL SEGUNDO CAPÍTULO:_________________________________________
¿Qué lleva a un hombre a serle infiel a su esposa? ¿Perdonarías una infidelidad? ¿Le contarías a tu pareja que le fuiste infiel? ¿En qué caso le contarías? ¿Te gustaría que tu pareja te contara de su infidelidad? Si conoces una historia de infidelidad en un matrimonio de muchos años, favor contárnosla

viernes, 11 de junio de 2010

Primer Capítulo


  Yo, Julieta, estoy flotando como si caminara por el aire y frente a mí  una luz se aleja y  se acerca, se aleja y se acerca y me encandila. No siento ningún dolor físico, ¿será que ya no tengo riñones, ni huesos, ni estómago para doler, ni corazón para penas y desengaños, ni carencias que puedan afectarme?, o  ¿será que la infelicidad se refleja en los órganos del cuerpo y sin órganos ya no la siento? Sumergida en esta placidez, me quedo quieta, relajada, como cuando me ponía de cara al cielo con los brazos extendidos en la superficie de una piscina o de un manso mar y dejaba que el agua me meciera suavemente, y me resultaba tan placentero que hasta dormir podía. Estoy en la nada y en el todo. Veo siluetas de luz blanquecina, como proyectadas, y a medida que se me acercan van tomando forma los tiernos rostros de mis padres, que estiran los brazos para abrazarme, y detrás los abuelos paternos y maternos,  un hermano, tíos, primos, vecinos, amigos y muchos conocidos, que me sonríen y me llaman por mi nombre, “Julieta, aquí estamos contigo”. Todos me transmiten plenitud, qué felicidad la que siento, ojalá nunca despierte. ¿Dónde estaré? ¿Será un sueño?, en todo caso es la sensación más maravillosa jamás experimentada en mi vida.
       Un poco más abajo, me encuentro con Gabriel, mi ex esposo, de quien me había separado varios años atrás, y hacia mi derecha, veo a Tomás, mi nuevo amor, me les acerco, los saludo, tratan de abrazarme y una fuerza extraña los impulsa hacia atrás, no podemos tocarnos, sólo percibirnos. Noto sus rostros plácidos pero, al igual que el mío, no irradian luz como los otros. Escucho la voz de mi padre, “tranquila Julieta, ellos seguirán a tu lado”. No, no los quiero cerca, no quiero que me inquieten, ni que perturben este sosiego, quiero continuar sumergida en este estado, irradiada por este bienestar inexplicable, quiero estar muerta si morirse es zambullirse en esta felicidad. 
      Al  lado de nosotros se ubican tres luces cuya brillantez  no nos permite definirles los rostros, sólo escuchar sus voces profundas y melódicas. Se sabía quién hablaba porque titilaba con cada modulacion. ``Cada una de las luces  ha sido guarda de uno de ustedes, dice la  más luminosa, por tanto, conoce su trayectoria y su sentir y podrá ayudarle a analizar hechos de su vida, aciertos y desaciertos, vislumbrarle lo que fue el camino, cooperarle en las cavilaciones que le surjan frente a los retazos de sus vivencias, ser una especie de conciencia para ayudarle a encontrar la verdad interior´´. ``Perdonarse a uno mismo, agrega la otra,  es lo más difícil de alcanzar cuando las culpas se apoderan de nuestro sentir. Nosotros  también fuimos seres, con los errores normales de un humano y aún estamos en el proceso de alcanzar la angelitud o absoluta redención. No pretendemos ser omnímodos, ni omnisapientes, sólo omnipresentes en las situaciones en que sea necesario´´.
       Intrigada, me atrevo a preguntar, ¿en dónde estamos?, es tan maravilloso este lugar…, así debe ser el cielo... ``Nadie es lo suficientemente bueno como para llegar directo al cielo, sólo los niños. Debemos alcanzar la etapa de perfección porque todo en el cielo es perfecto y entramos a él cuando seamos como Dios nos quiere: perfectos, física y espiritualmente. A los humanos se nos va la vida buscando la felicidad, en el trabajo, en el hogar, en las diversiones y los viajes, en el dinero y los lujos, y logramos, si acaso, un poco de alegría momentánea. Es que, amigos, la felicidad nos la tiene reservada Dios y hay que merecerla´´, responde la luz más cercana a mí, la más luminosa. ¿Y el infierno dónde queda?, oigo que pregunta Tomás. ``El infierno lo sufrimos según nuestras propias inculpaciones y no se trata de horribles torturas físicas, como creemos, sino de espantosas amarguras del alma´´, titila la luz cerca a él.
        No quiero pensar en nada, sólo sentirme siempre así, liberada, como me siento ahora.